Buenas tardes a todos,
Soy Mercedes Arrabé y junto con mi marido Pedro y mis hijos Marta y Jorge, formamos parte, desde hace cinco años, del voluntariado familiar de Desarrollo y Asistencia.
Antes de contarles mi experiencia y la de mi familia durante estos cinco años como voluntarios, quisiera agradecer a esta ONG su contribución abnegada y desinteresada para conseguir mejorar la calidad de vida de tantos necesitados en una sociedad materialista y carente en muchos casos de valores, que, por desgracia, tiende a olvidarse de los más desfavorecidos.
Voy a intentar expresar mis vivencias y las de los míos, pero quiero añadir y creo que no me equivoco al decir, que es lo mismo que piensan los voluntarios presentes en este acto (Día de la Placa) y los que hoy no están aquí.
Nuestra aportación es un pequeño grano de arena en el desierto, porque el tiempo que invertimos es poco, es muy poco comparado con las necesidades de estas personas. Pero aun así lo que importa es la calidad de lo que cada uno intentamos transmitirles, por eso por poco que nos parezca, cada vez que les acompañamos debemos darnos a ellos, debemos atenderles con intensidad, nunca con desánimo.
En el voluntariado familiar acompañamos a niños discapacitados, con distintas patologías y distintas edades, pero si hay algo que me ha quedado claro en estos años, es que todos necesitan comprensión, atención y una buena dosis de alegría y cariño, sobre todo mucho cariño.
Estos niños nos devuelven, sin darse cuenta, todo lo que buenamente hacemos por ellos por duplicado, pero no podemos olvidarnos de lo que recibimos a cambio. No se puede expresar con palabras, es imposible. No puedo decir lo que siento, lo que sentimos mi familia, cuando vamos a recogerlos y nos reciben con abrazos, con sonrisas, que es en el fondo su manera de agradecer tu presencia en sus vidas.
Este camino no es siempre un camino de rosas, hay días que regresas cansado y, porque no decirlo, incluso estresado, pues darte a ellos intensamente es un reto. Hay que decir que hemos vivido momentos difíciles con alguno de ellos, pero sin embargo, siempre nuestro espíritu y nuestro corazón vuelven llenos de cariño y gratas emociones y sensaciones.
Mi marido y yo, hemos vuelto a sentirnos jóvenes, nos hemos tirado al suelo en medio de un museo, para pintar un dibujo, porque Anás había decidido que ver el museo no era divertido; hemos jugado al fútbol y celebrando goles al estilo del jugador de moda e incluso nos hemos subido a un columpio, con cuidado de no romperlo, por supuesto. Hemos cantado y bailado con ellos y sobre todo nos hemos reído mucho.
Me enternece ver en nuestras salidas a los hijos pequeños de mis compañeros voluntarios, como cuidan y se preocupan de estos niños, que en algunas ocasiones son mayores que ellos y al mismo tiempo como los niños les quieren, me parece una simbiosis de sentimientos maravillosa y un legado fundamental para nuestros hijos.
Me gustaría nombrar ahora a todos los niños de mi grupo: Aurelian, Soufian, Carla, Noemi, Anás, Patricia, Christian, Dylan …. Algunos continúan en el grupo, otros ya no están por distintas circunstancias, pero todos han dejado su huella y jamás los olvidaremos.
Otro dato importante es la vivencia de todas estas experiencias con mis hijos y por supuesto con mi marido, que me han demostrado su capacidad de entrega a los demás.
He de confesar que cuando decidimos comenzar esta aventura pensamos sobre todo en nuestros hijos, queríamos que conocieran de primera mano una realidad muy cruda y por desgracia muy diferente al estado de bienestar donde ellos afortunadamente se mueven.
No quiero olvidarme de las familias de estos niños, que nos brindan lo que tienen, cuando en la mayoría de los casos, lo que tienen es muy poco.
Desde aquí animo a todos a seguir, cada uno en la medida de lo posible, pero a seguir, para que estas personas no caigan en el olvido.
Y también a que entre todos difundamos la labor de Desarrollo y Asistencia en nuestro entorno, a nuestros familiares y amigos.No cabe duda de que cuantos más seamos llegaremos a más necesitados.
Sobre El Autor: Nadiesolo
Nadiesolo es una Fundación Benéfica que, desde 1995, desarrolla programas de voluntariado para acompañar a personas vulnerables que sufren soledad no deseada por enfermedad, dependencia, discapacidad o por estar en riesgo de exclusión social.
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