Autora: Beatriz, voluntaria del programa de Voluntariado Familiar

Cuando hace dos años la AMPA del colegio de nuestros hijos nos ofreció la posibilidad de llevar a cabo un voluntariado familiar algunos sábados a través de la ONG Nadiesolo, Alberto y yo no sabíamos qué esperar.

En mi caso, hacía años que no tenía contacto regular con actividades de voluntariado. Siendo padres de una niña de 4 años (María) un niño de 2 (Ramón), dudábamos de si era el momento adecuado para adquirir este compromiso. Nos preocupaban varios aspectos: la logística asociada a la actividad, añadir otra responsabilidad a la eterna lista de tareas que todos tenemos y cómo serían las relaciones entre nuestros hijos y los niños del programa, por nombrar algunas.

Sin embargo, algo dentro de nosotros nos animó a decir que sí. Queríamos hacer algo con un fin diferente, una labor en la que – a diferencia del motor que maneja nuestras vidas – la finalidad exclusiva no fuera nuestro bienestar o el de nuestros hijos.   

Dijimos que sí. Hicimos una sencilla formación y nos animamos a empezar. Ya desde el primer día nos sorprendió la experiencia tan bonita con la que nos encontramos, bonita para todas las partes implicadas. Por ello, queremos compartir nuestras principales razones para animarte a hacerlo:

– DIVERSIDAD. Hablamos a nuestros hijos de valores como el respeto a la diversidad pero, al menos en nuestro caso, la realidad es que nuestros hijos tienen poco contacto con “diversidad real” en su día a día. Este voluntariado abre un espacio para entrar en contacto con niños maravillosos que son diferentes al resto de los compañeros de clase de Ramón y María. Nos permite hablarles de tolerancia y respeto mediante el ejemplos reales, de tal forma que puedan crecer entendiendo a qué nos referimos cuando les decimos que las personas, al igual los animales, somos diferentes. Y que esas diferencias nos hacen a todos especiales y únicos.

– DIVERSIÓN. Las actividades que plantean desde Nadiesolo y que los coordinadores transmiten son simplemente fantásticas. El voluntariado tiene un objetivo claro: que nuestros hijos se diviertan y disfruten tanto como los niños del programa, de tal forma que entiendan “ser voluntarios” como algo alegre y disfrutable, con la esperanza de que algún día sigan adelante ellos solos. Es precioso ver a familias con hijos que ya están en la universidad y siguen formando parte de este voluntariado contarnos que empezaron con la edad de nuestros hijos. También es muy bonita la relación de cariño que se establece entre las familias que coincidimos en la actividad. Los niños mayores cuidan de los pequeños, y el/la coordinadora siempre está ahí para apoyar.

– GRATIFICACIÓN. Después de las semanas locas que llevamos, inundados de reuniones, horarios y estrés, es muy gratificante poder dedicar tres horas a algo tan sencillo como salir a pasear o a una actividad a un niño con necesidades especiales. Y esa es parte de la magia: encontrar significado y respuestas a muchas de nuestras preguntas a través de las cosas sencillas. Y todo esto, mientras conectamos con nuestra familia de una forma muy potente, creando un vínculo hacia dentro y hacia fuera que nos hace más fuertes como equipo.

¡Gracias al equipo de Nadiesolo y a todos los coordinadores del programa de Voluntariado Familiar por hacer posible esta labor!

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