El edadismo es un término que suena moderno y sin embargo tiene su nacimiento en 1968, cuando Robert Butler acuñó este termino para referirse a la discriminación de las personas mayores. Discriminaciones basadas en prejuicios y estereotipos respecto a la edad, que deriva en exclusión social, deterioro de la salud y soledad.
Es un concepto que últimamente se está uniendo sobre todo a la discriminación laboral, pero que en realidad afecta también a cómo tratamos en general a las personas mayores y el concepto que la sociedad tiene de ellas.
Se está hablando mucho del problema de la soledad. No son pocos los titulares que la consideran ya como una epidemia silenciosa. Hemos oído también noticias tristes acerca del maltrato a personas mayores en algunas residencias, de fallecimientos solitarios que no se descubren hasta 5 años después. Es toda una situación que viene dada por no considerar a la persona mayor como mínimo, al mismo nivel que el resto de personas. La edad no te debería quitar derechos.
Toda esta esfera de maltrato y prejuicios que puedan sufrir las personas mayores, además, tiene como consecuencia la soledad que les puede hundir aún más. ¡No podemos permitir todo esto!
Tenemos que evitarlo desde el buen trato, la buena consideración de nuestros mayores. Valorar a cada ser humano por lo que es y no por lo que produce. Ver a las personas mayores como fuente de experiencias acumuladas y de sabiduría cotidiana. Apreciar la madurez que han adquirido después de tantas vivencias, de la reflexión serena y la aceptación. Acudir a ellos para aprender a aceptar la vida, a no eludir la propia realidad, a ser libres, e incluso a entender del verdadero amor.
Un amor que se merecen, incluso cuando les llega ese momento que nos llegará a todos: la dependencia, la reducción de movilidad, las dificultades de comunicación o el deterioro cognitivo.
Querremos a nuestros mayores cuando aprendamos y enseñemos a luchar contra la cultura del descarte. Ese descarte que deja fuera a tantas personas que pasan a estar en riesgo de exclusión. La soledad lo único que hace es agravar cualquier situación. No tener a nadie que empalice contigo, que te entienda, que te escuche y te valore.
En Desarrollo y Asistencia luchamos contra esta soledad. Pero para eso, también tenemos que ser conscientes y luchar contra todo lo que lo provoca. En el caso de las personas mayores: el edadismo, el maltrato que pueden sufrir, la incomprensión y la desconsideración.
La soledad también afecta a la salud. Más allá de lo físico. Pero está en nuestra mano y no en la de un médico, contrarrestarla. En la de los voluntarios y todas las personas con una persona mayor en su vida.
Y esto es lo procuramos con el voluntariado de acompañamiento. Con un poco de tiempo cada semana, cada voluntario es capaz de dar esas personas solas, algo de compañía, un seguimiento de su bienestar, un alivio en esa soledad que no desea.
Sobre El Autor: Comunicacion
Más entradas por comunicacion