El acompañamiento a personas mayores requiere de un conocimiento sobre su situación y una comprensión que favorezca un acompañamiento de calidad. No estar solo dos horas al lado de esa persona, si no acompañarla, ayudarla, guiarla en los momentos que lo necesite. Debemos saber por tanto, cómo identificar un cuadro de ansiedad o estrés que puedan sufrir. Qué hacer en esta situación de crisis de la persona y conocer cómo podemos evitarlo.

La identificación de los síntomas de un cuadro de estrés y ansiedad es muy importante.

  • Pueden comenzar con una falta de aire, con quejas de que les cuesta respirar.
  • La respiración de la persona se convierte en respiración pectoral, muy superficial. Esto quiere decir que solo se oxigena una pequeña parte de los pulmones y no llega el aire hasta al final, como ocurriría en una respiración profunda.
  • Al no oxigenar en condiciones, pueden darse mareos, taquicardias (pues el corazón bombea la minúscula porción de oxigeno que le estamos haciendo llegar), tensión o presión en el pecho.
  • Esta falta de oxígeno también puede producir cansancio y una mala corriente sanguínea que dé lugar a palidez.
  • La velocidad de movimientos corporales suele aumentar, pues el estrés despierta el estado de alarma y alerta (sistema responsable de la acción).
  • Al estar el cuerpo en tensión, se pueden producir contracturas.
  • Y toda la situación general, da lugar a la utilización de un tono de voz alto, que no le ayudará a salir del cuadro de estrés o ansiedad.
  • Todo esto supone un “sobre-desgaste” de energía que agotará a la persona.

Debemos diferenciar la ansiedad y el estrés, pues aunque con misma sintomatología, proviene de fuentes diferentes.

El estrés activa el Sistema Nervioso Simpático para que el organismo se prepare para afrontar una situación de alarma o emergencia. Esta activación, viene dada por una situación de peligro ante la cual el cuerpo se prepara con la estrategia de defensa que es el estrés. Es decir, el estrés es adaptativo.

En cambio, la ansiedad no lo es. Ésta depende principalmente del pensamiento y de cómo percibimos nuestra realidad. Es nuestra mente la que provoca ese sistema de alarma y emergencia y no los estímulos de posible y real peligro. Por eso es necesario escuchar a la persona que está sufriendo ansiedad, pues esa situación viene de sí misma.

En ese estado emocional, de máxima intensidad, se produce un bloqueo y no se escucha ningún mensaje venido de fuera. No podemos decirle a una persona con un cuadro de ansiedad, que se calme, que esté tranquila. Es un «chute» de cortisol que necesitamos liberar con un desgaste energético importante. Hasta que no haya esa liberación, no se puede razonar correctamente. La sintomatología empieza siendo mínima y sube hasta un máximo de desgaste de todo nuestro funcionamiento fisiológico, hasta 30 minutos. Hagamos lo que hagamos, bajará pues ningún cuerpo puede aguantar más.  Esta información es útil y de consuelo conocerla, porque sabemos que el sufrimiento de la persona que está sufriendo la crisis, tiene fin.

Vamos a trasladar todo esto al caso concreto de las personas mayores. Porque como vemos, la ansiedad tiene que ver, en su mayor parte, con la situación que vive la persona que la sufre. Está entonces, directamente relacionado a la etapa de la vida que están viviendo. En ella, la persona mayor ha perdido propiedades físicas, resulta el fin de su vida laboral, pierden a personas queridas y se puede caer en una soledad no deseada. Esto puede llevar a sentirse incomprendido, aislado, inútil.

Pero por otro lado, es una etapa de elección en cómo ocupar el tiempo. Esto es ahora lo que les dará el sentido de la vida. Hay que comprender a las personas mayores, que pueden no haber encontrado eso que quieren hacer cada día al levantarse. Es necesaria la escucha y la guía para recolocarse, con el tiempo que necesiten, en su nueva situación. Deben desarrollar valores de contenido, personales y de autotranscendencia que en otras etapas del ciclo vital no pudieron encontrar.

Esta es la situación vital de las personas mayores y en esa etapa es en la que se produce el acompañamiento de los voluntarios. Hay que tenerlo en cuenta, pues el no encontrarse en la nueva etapa puede dar lugar a contantes situaciones de ansiedad. Todo lo que el voluntario aporte desde su energía y saber estar, escuchar, es bueno para la persona que acompañamos.

Para afrontar cualquier síntoma que bloquea e impide el buen razonamiento, es decir, un cuadro de ansiedad, necesitamos activar el Sistema Nervioso Parasimpático. Es el sistema responsable del bienestar, de la calma, de la paz. Se activa con una respiración lenta y profunda. Si yo se transmitir esto a esa persona en el momento de la crisis, con palabras, ayuda. Pero lo más probable es que no podamos, por la falta de razonamiento en ese momento. Por lo que lo mejor simplemente es hacerla saber que está acompañada, atendida. Se transmite con la mirada, con el tono de voz lento y calmado. Son gestos y no la palabra lo que activará este Sistema Parasimpático. El silencio para que se exprese y desahogue también vendrá bien.

Por otro lado está la prevención. Toda esta situación de malestar que pueda sentir una persona mayor, dada por la soledad, la incomprensión, la sensación de inutilidad, debemos comprenderla y hacérselo saber. Es una situación necesaria de reflexión. Dar directrices de qué hacer, reñirla o incluso animarla con palabras ajenas a su situación concreta, les hará sentir incomprendidos. En cambio, puedes guiar a esa persona dándole opciones de ocupación de su nuevo tiempo. Entre otras cosas, el tiempo contigo, voluntario, que le acompañas y le aportas un lugar de escucha y desahogo.

La función del voluntario es recordar a las personas mayores que no están solas, no solo con palabras sino también con qué actitud vas a esos acompañamientos, con tus actos con esa persona, ayudándolas a construir su nueva realidad y saber para qué se quieren levantar cada día.

Además, en esta relación, también aprende el voluntario. La nueva etapa de la persona mayor, como decíamos, da lugar a un espacio de desarrollo de nuevos valores personales, a los que la “etapa activa” de la vida no deja espacio. Así que es una relación de aprendizaje y ayuda mutua que debemos aprovechar, brindando espacios de desahogo, escucha y construcción de su nueva realidad.

Por todo esto, la acción de apoyo y acompañamiento a las personas mayores, es una gran labor social, que realizan los voluntarios de Desarrollo y Asistencia.